Hoy escribo por ellos,
los habitantes de las fosas,
tras de mí se agolpan
sus esqueletos reclamando
un lugar donde reposar
con dignidad
cerca de los suyos,
un lecho de tierra amiga
donde llorarles en paz
y escuchar el canto
de los pájaros como oración.
Mientras llega lo que es justo,
que les acompañen
estas palabras
en su travesía de sombras
para desenterrar
el agua perdurable
que saciará la antigua
sed que clama y clama,
y se vuelve
fuego en la garganta,
nudo seco esperando
un manar de fuentes
que limpien la impiedad
de los que les niegan
el descanso definitivo
al que todos tenemos derecho.
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