Vivir no puede ser una quimera,
ni confundirse en falsas pretensiones,
la sensatez nos carga de razones
y vuelve a ser normal lo que no era.
La verdad que no calla y nunca espera
está pidiendo a gritos soluciones,
no quiere opacidad, sí decisiones
que aparten la mentira de su acera.
Si como aquel viejo refrán decía
“quien calla otorga” y cede lo suyo,
no hablar es síntoma de cobardía.
Mejor será gritar, es un orgullo
decir lo que se piensa, una alegría
defender con pasión hasta el murmullo.
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