Gente oscura y gris
que condena a los que
no son como ellos
y asegura que todo
tiempo pasado fue mejor.
Gente que prefiere
la emboscada ideológica
y la represión
a la solidaridad
con los desfavorecidos,
que les niega el pan, el agua
y la sal de la tierra,
y no se equivocan
aunque estén equivocados.
Gente que es una plaga,
que ama dar cuenta
de su razón irracional,
que construye su odio
desde el miedo
y la intolerancia.
Gente predicadora
de supercherías,
que aborrece el arco iris
y se nutre del absurdo
significado del odio,
de su piel de Narciso
de baja estofa,
del fracaso ajeno,
de la pena que jamás siente.
Gente que dice
lo que no hay que decir
cuando nadie quiere oírlo,
que está de más
y no le importa,
que sonríe con una mueca
grotesca y cínica,
que siente como un ataque
la felicidad ajena
y se regodea
en la debilidad del otro.
Gente prolífica
en la proclamación
de sus derechos,
pero que condena
a los demás
con crueldad inusitada,
en su rutina diaria
vacía y estúpida.
¿Y qué podemos hacer
contra gente de esa calaña?
No alimentar su universo
podría ser un buen comienzo.
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