Son los herederos de Ulises,
de Marco Polo y de Colón,
de Stanley y Livingstone,
de Armstrong y Aldrin,
pero en vez de llenar
la Quinta Avenida
de banderas y confeti
y pasearlos
en un descapotable
ante la multitud.
enfervorecida,
los recibimos a palos.
Son capaces de recorrer
varias veces el desierto,
combatir el oleaje,
escapar de prisiones,
balaceras
y toda clase de peligros
en los que se juegan la vida,
pero en vez de premiarlos
con doscientos mil euros,
como a los ganadores
de Supervivientes,
los recibimos a palos.
Quieren levantar
nuestras casas,
limpiar nuestra mierda,
recoger nuestras cosechas,
cuidar de nuestros ancianos,
y nosotros
los recibimos a palos.
Hijos de nuestra misma
cultura de masas,
son individualistas, competitivos,
entusiastas capitalistas,
liberales convencidos.
Se parecen tanto a nosotros
que, por si acaso,
los recibimos a palos.
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