viernes, 28 de enero de 2022

EL MITO DE PERSÉFONE

Perséfone, de Dante Gabriel Rossetti

La historia de Perséfone (o Proserpina para los romanos) explicaba el paso de las estaciones en la mitología clásica. Perséfone, hija de la diosa de los cultivos, fue raptada por Hades, dios del Inframundo, mientras cogía flores en un prado. La tierra se abrió y por ese recoveco, el dios del mundo de los muertos se llevó a la hermosa Perséfone. Durante días, su madre Deméter la estuvo buscando, descuidando así los cultivos y la naturaleza. Deméter imploró ayuda a Zeus, quien, viendo el efecto devastador de la tristeza de la diosa sobre la naturaleza, decidió ayudarla. Irían a recuperar a Perséfone, que podría abandonar el Inframundo siempre y cuando no hubiese comido nada.

Pero Perséfone había comido varias semillas de granada. Es evidente el paralelismo con Eva: ambas comen de un fruto prohibido obteniendo así un castigo, una condena de por vida. También cabe decir que la granada, al igual que la manzana, tiene connotaciones sexuales a nivel iconográfico.  

Entonces Zeus y Hades acordaron que la joven Perséfone podría irse durante unos meses al año, pero el resto del tiempo tendría que pasarlo con él. El mito cuenta que durante los meses que la joven estaba con su madre Deméter, las tierras y los cultivos eran abundantes, pero que cuando ella volvía al Inframundo, el frío y la escasez llegaban a la naturaleza. Así explicaron los griegos las estaciones: mientras Perséfone permanecía con su marido, su triste madre descuidaba la tierra, dando paso al invierno y al otoño, pero cuando su hija volvía, la alegría que irradiaba llegaba a cada rincón, a cada raíz, haciendo el mundo florecer con la primavera y el verano.

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