Reapropiarse del lenguaje
implica haberlo poseído
y sabe que nunca fue suyo.
Decir es hacer.
Pero no puede decir
fuera de, antes de,
al margen de su lengua.
La misma lengua.
Ella lo intenta:
Calambre en el estómago.
Cremallera rota. Arañazo.
Y tiene miedo de estar
creando las escenas
al decirlas,
no revivirlas, sino creándolas.
¿Cómo hemos conseguido
que sospeche de si misma?
Lo repiensa:
Gritos.
Cadena del bolso arrancada.
Vidrios rotos.
Y siente la ansiedad
del desgaste,
la duda de la traición.
El mal gusto de una mala
película de sobremesa.
¿Cómo hemos conseguido
la lealtad a la culpa?
Y se detiene:
Temer a cómo suene el relato.
Al flácido latigazo de la palabra.
Al eco desvirtuado de la sangre.
Temerse a sí misma,
a su cabeza, a su angustia.
Al dolor puesto en duda
en boca ajena.
Dudar de sí misma.
Dudar del dolor.
Amar lo que no debió
nunca ser amado.
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