viernes, 24 de septiembre de 2021

OPINIÓN: NO PARECE QUE NADA CAMBIE


Se está celebrando la cumbre de las Naciones Unidas y su secretario general, António Guterres ha resumido en unas palabras demoledoras la situación internacional: "El estado del mundo merece una condena moral, es una obscenidad. Guterres ve un planeta amenazado y dividido por dos modelos contrapuestos de reglas económicas, comerciales, financieras, y tecnológicas, dos aproximaciones divergentes sobre la inteligencia artificial y finalmente dos estrategias militares y geopolíticas: la norteamericana y la china, luego estamos los demás. Y como mayor prueba del desastre está la gestión de las vacunas anticovid, expresada en el escándalo de África, donde solo un 10% de la población ha recibido una primera dosis mientras en los países ricos caducan las vacunas almacenadas o se preparan para suministrar la tercera toma.

Con la desaparición de la escena de Donald Trump, ahora se suponía que le tocaba a Estados Unidos estar de vuelta con un presidente demócrata. Es decir, cultivar la política del multilateralismo, la diplomacia, los compromisos internacionales y las alianzas. No ha sido así: las buenas palabras del discurso de Joe Biden ante la Asamblea General de Naciones Unidas van por un lado, tal como estaba previsto, pero los hechos, los últimos acontecimientos, van por otro. El multilateralismo de su discurso no se corresponde con la salida unilateral de Afganistán o con dar la espalda a Europa con el Aukus, la nueva alianza indo-pacífica con Australia y Reino Unido, con el escándalo de la cancelación de la compra de submarinos franceses por parte australiana de por medio para adquirirlos en USA y completamente a espaldas de Francia. Tampoco le acompañan las imágenes infamantes de los emigrantes haitianos perseguidos a caballo por los guardias de frontera en Texas. Ni la matanza de inocentes civiles afganos alcanzados por un dron estadounidense, finalmente reconocida por el Pentágono. Mala cosa que Biden se esté comportando como una especie de nuevo Trump, pero sin twitter por medio. Las crisis se sabe cómo empiezan, pero no como terminan. En Estados Unidos no aprenden que tener aliados no es lo mismo que tener súbditos. Y que en la política internacional uno no puede comportarse como un elefante en una cacharrería. 

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