viernes, 23 de julio de 2021

OPINIÓN: MENOS FRANCO Y MÁS HISTORIA


No solo parece que Franco está vivo, al verlo citado tan a menudo en tantas salsas, sino que tiene la capacidad de revivir a gente que llevaba muerta políticamente mucho tiempo, como Ignacio Camuñas, que no era nadie hasta que el otro día se juntó con Casado en alegre francachela y le dio por ponerse franquistón, sin que al líder del PP se le despeinase un pelo, ni se le helase la sonrisa ante sus palabras. Si hubiera hablado de cualquier otra cosa, Camuñas seguiría en el fondo del olvido donde hibernaba desde 1979 (he tenido que comprobar cuándo cesó de ministro), pero el dictador, que ha sido enterrado dos veces, ha devuelto su nombre a la boca de todos. Minusvaloramos el poder omnímodo de Franco, que se impone desde el más allá. No es mérito suyo: lo mantienen vivo los Camuñas y los que, desde las gradas más infantiles y alborotosas de la izquierda, siguen repitiendo que España es franquista.

Si al menos sacásemos algún provecho de esta afición por el ayer, el ruido merecería la pena. Pero la devoción española por las efemérides y la historia es muy selectiva. He buscado en la parrilla de la tele en abierto algún especial sobre el desastre de Annual, del que se cumple un siglo. Es un momento que lo cambió todo y que marcó el camino hacia la guerra. Nada —especialmente el franquismo— se entiende sin esa terrible derrota, pero no he encontrado ni un programa. Tampoco pueden emitir películas porque no las hay (nunca se llevó al cine ninguna de las novelas publicadas sobre el episodio). Estaría muy bien que de una vez por todas nos interesáramos de verdad por nuestra historia.

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