lunes, 5 de octubre de 2015

DESHOJARSE






Deshojar a la mujer
si no ha sabido
de abrazos dulces.
Deshojar las horas
de esa niña de adiós y nunca,
de perdón y absolución,
de juegos que no se juegan,
que no deben jugarse
en el juego de las horas
del hasta jamás y hasta ahora.
Deshojar la lágrima
de antes y de siempre.
Deshojar el tronco
de esa erguida espalda
sobreviviente.
Deshojar los perdones
y los aceros incrustados,
las culpas y los horrores,
la marca y la noche.
Deshojar todo lo de adentro.
Que sea hojas en la tierra,
convertida a la larga
en alimento de la tierra.
Y renacer.
Nacer fronda y erguida.
Ser también inmensidad.
Ser niña abrazada a la mujer
que cada noche sonríe
afrontando su destino.
Deshojarse para ser
la mujer que eres,
la niña que en ti nunca
ha de parar de jugar.





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