Hemos de vivir para ver
el otro lado de la aurora
buscando la fuente
buscando la fuente
de nuestro nacimiento.
Vivir para completar el alfabeto
cargar cada presente
de promesas
realizarnos intentando
anular nuestro destino
y esparcir las páginas
de nuestra existencia al viento.
Vivir buscando un destino
para aprender el lenguaje
de los árboles y escuchar
el tintineo de campanas
que borren las marcas del exilio
analizar los presagios
de cada aurora
susurrar a los transeúntes
que somos como ellos
y nuestra historia es efímera
tanto en la memoria
como en el olvido.
Vivir para refrendar
a los que amamos
que aún los amamos
y borrar la diferencias
que existen entre nosotros
y los de países lejanos.
Vivir hacia las olas
para jugar con ellas
como niños
mientras el mar
refluye en la arena
y engañar a la muerte
que nos persigue
de una orilla a otra.
Continuar así
hasta estar perdidos
donde quiera que estemos
y para que de esta forma
nadie pueda obligarnos
a vivir de una determinada
manera si no lo deseamos.
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