La paloma reposaba
en la rama de aquél árbol
y miraba hacia arriba
concentrada
en un vano intento
de poder ver a Dios.
No entiende
que el barrendero
haya limpiado las aceras
y arramblado con los granos
que unos niños le dejaron
con generosidad infantil
para alimentarse.
En el cielo
las nubes se mueven
con la parsimonia del calor,
abajo, alguna hoja rezagada
del otoño corretea
en pos del verano
entre pies que caminan
y ruedas que giran.
En su rama la paloma
eterniza el intento
de mirar a Dios,
pero no ve y tampoco
sabe que los dioses
han sido una creación
de los hombres.
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