Dicen por ahí
que la vida sigue
pero tal afirmación
no siempre es verdad.
Hay circunstancias
en que la vida
simplemente se paraliza
de tal manera
que sólo pasan los días
mientras se congela
todo lo demás
en torno a la obra
que dentro del alma
ha edificado la nada
convirtiendo en inane
el hecho del sentir,
girando a cámara lenta
la mirada acuosa
sobre lo marchito
de una ausencia
o los sueños rotos
esparcidos por el suelo
de una habitación
con vistas hacia dentro.
Cuando reaccionamos
y nos damos cuenta
de lo que pasa
nos miramos al espejo
de nuestros sentires
y vemos a alguien
mucho más viejo
de lo que jamás pudimos
llegar a pensar.
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