Por la ventana del mundo
ya no corre el aire
sino la liebre de las estadísticas
que te atraviesa el pecho
porque es inconmensurable
datando las mentiras
y afortunadamente
aún existen corazones
que se aceleran de ira
al sacar sus conclusiones.
Necesitamos reflexionar
en torno a la aquiescencia:
La tienen los valles
cuando se reparten
los efectos benéficos del sol
pero también la siente
el presidente engañabobos
cuando escucha el silencio
de quienes no salieron a la calle
a protestar por la privatización
de los llantos y sus hipos.
Siempre en el optimismo de la razón
hay un delirio de la conciencia
de quienes la ejercen poco
y de la mayoría absoluta del mal
nos llega el sufrimiento,
la muerte y las ecografías del por fin.
Necesitamos a los supervivientes
de esta feria capital:
gente de gustos sencillos
pero con mente compleja
que sepa actuar en consecuencia.
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