De golpe te das cuenta que
todos los hombres vivos
que realmente merecían
tu admiración y tu respeto
se han desvanecido
en la realidad intangible
de las memorias del alma.
Y cuando comprendes
que empiezan a ser
demasiadas las despedidas,
resultará inevitable
que también empieces
a racionalizar lo que será
el arduo camino del adiós
a los que a ti te sobrevivan.
Mientras tanto sólo queda
la posibilidad de vivir
con alegría y claridad
todo el tiempo de más
que le ganes a la muerte
para que valga la pena
recorrer ese camino.
En el adiós a Juan Gelman
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