sábado, 28 de diciembre de 2013

ESTADO DE COSAS



Las nubes y las estrellas
no son culpables,
los barrancos no tienen que ver
y si las montañas arrojaron
piedras que acaban en el mar
es sin tomar partido,
pues incluso la gota de agua
que se balancea en precario
equilibrio bajo una hoja
no tiene opiniones políticas.
Si aquí o allí una ciudad
envenena a sus residentes
con humos lentos durante años
no se le puede considerar culpable,
tampoco los edificios se tapian
a sí mismos para negarle el cobijo
a las ancianas sin hogar
o a los niños vagabundos,
no siguieron una política
para dejarlos errar o morir,
una urbe por sí sola no es partidista.

Incluso si existieran
kilómetros de alambrada
que rodeen de ilegalidad
a los calificados de indeseables
para mantenerlos fuera de la vista,
incluso los muros concebidos
para encerrar al otro lado
tantos sonidos humanos
tantas intensidades de lágrimas
tanta sangre lenta y calada
hasta el tuétano de la tierra,
no se brindaron a algo así
pues el cemento no se ofrece
para levantar murallas
ni las espinas para desgarrar carne.

Hay que preguntarse
de quién es la firma impresa
en las órdenes y quienes la trazaron
en los planes preparatorios,
hay que preguntarse quiénes son
los que colaboran activamente
y los que miran hacia otra parte.
Pero sobre todo habría que cuestionarse
dónde está cada uno y si hay algo
más importante que hacer

que acabar con ese estado de cosas.






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