sábado, 9 de noviembre de 2013

ACTOS MÍNIMOS



Día a día una mezcla de hechos
de diversa proporción y cualidad,
nos inundan transmitiendo
símiles de destrucción social,
que parecen estar filtrándose
por cualquier sitio
donde encuentran una rendija.
Me pregunto hasta dónde
puede calcularse la onda expansiva
que un acto mínimo
puede tener en cuanto a lacerar
o ensuciar sencillamente,
todo aquello que conforma
nuestra naturaleza humana.
No hablo de grandes cataclismos,
sino de pequeñas grietas
que poco a poco van minando
el escenario de la convivencia:
las actitudes displicentes, agresivas,
el enfermizo apego a las tonterías,
la difamación como moneda corriente,
los ataques envenenados al otro,
el rechazo a lo diferente
y aceptarlo como un complemento,
la viga en el ojo ajeno
que jamás se mira al espejo,
las arremetidas con todo y contra todo.
Esa imagen extrema
trae consigo en lo profundo
un deseo de violencia extrema
verdaderamente peligrosa
pues razona que así se logra
algún tipo de autoafirmación.
No es nuevo en nuestra historia
y tiene un nombre: Fascismo,
deberíamos tener presente

lo peligroso de jugar con ese fuego. 




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