Y llegó el día
en que libremente decidimos
firmar un pacto
de impecable dictamen
en cada beso
que mis labios depositen
donde late en su cuello
aceleradamente la carótida
o donde el lóbulo de la oreja
desaparece humedecido
o en los párpados perfumados
cuando ella cierre los ojos
para no ver sino sentir
las consecuencias
de lo firmado...
Actos que habrá de soportar
reiteradamente
y sin fecha previsible
de finalización
por saber amar y guardar
el sabor de la plenitud
en un instante perdurable
y en honor a la libertad
de dar su mejor yo
en este acuerdo
donde ambos aportamos
el sabor de lo transferible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario