La niña acaba de llegar del
colegio y, como todas las tardes, sube corriendo para jugar con la casa de
muñecas que tanto le gusta. Pero al primer golpe de vista se da cuenta de que algo
no va bien, pues se lo encuentra todo patas arriba: Muebles desordenados,
sillas volcadas, papeles y libros desperdigados... Y jarrones, marcos de fotos y
figuritas de porcelana hechas añicos en el suelo.
Tanto es así, que a la cocina prefiere
ni asomarse siquiera, no podría soportarlo. En un acto de clarividencia y llena
de aprensión, abre la puerta del armario de la entrada. Es lo que se
temía: falta el pack completo de maletas que consiguió en las últimas rebajas.
Para más inri tampoco logra encontrar entre la marabunta de la casa el
ordenador portátil, la colección de vinilos y el cepillo de dientes azul.
Un suave murmullo procedente
del dormitorio principal la llena de congoja, se acerca despacio y al asomarse
encuentra a la muñeca rubia ahogando su llanto bajo la almohada. La niña decide que es
mejor no molestarla porque definitivamente no es momento para juegos y se
marcha de puntillas, procurando no hacer ruido.
Ya le preguntará mañana sobre
lo ocurrido, aunque no se necesita ser muy lista para imaginarlo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario