Nuestros errores
pueden ser transformados
en los mejores aciertos.
Nuestras enfermedades
pueden convertirse
en el motivo ideal
para curarnos.
Nuestros enemigos
son la excusa perfecta
para hallar la manera
de conocernos.
Nuestra tristeza
ha de ser el caparazón
donde guardemos
escondida la alegría.
En realidad,
todo cuanto nos sucede
ha sido elegido por nosotros
desde la eternidad,
lo mismo que el niño escoge
el cuento que quiere
que sus padres le lean
cada noche al acostarse.
Basta ya de permanecer
de rodillas en la fría noche:
¡Levántate y echa a andar,
el amanecer te espera!
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