Temprano por las mañanas
hay pocos sonidos
que subrayen la paz
en que vivimos
como lo hace el murmullo
de la lavadora.
Cuando afrontamos juntos
las tareas de casa,
cuando hay silencio suficiente
para una taza de té
y revolotean alrededor
con ganas de juegos
los gatos, como si
superan
que esta mañana
es para disfrutarla en casa,
la lavadora ya trabaja
haciendo círculos malabares
y perfilando burbujas de agua.
Por eso en sus dibujos
de espuma me reconforto
temprano por las mañanas,
cuando el mundo parece
algo sin hacer,
algo que está muy lejos
del hogar que construimos
y que en esos momentos
reverbera en el alma
como un conmovedor cobijo.
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