La
tristeza que trasciende
de
los ojos de un amigo
impresiona
en lo más hondo...
Por
eso no puedo permitir
que
la pena que le aflige
continúe
su marcha imparable
abriéndose
camino
sin
uno hacer nada.
No
me considero compañero
únicamente
para la sonrisa,
por
eso razono
que
mi primera obligación
para
así considerarme
ha
de ser suplir la angustia
que
les agarrota el alma,
y
ayudarles a eliminar
esa
aflicción de espinos.
No
tengo recetas mágicas,
pero
llevo conmigo
el
interés por escuchar
con
el corazón
revestido
de cariño,
los
ojos llenos
de
emoción por la vida,
las
manos rebosantes
de
hermandad sincera
y
el alma copiosa
en
grandes esperanzas
para
que el aire
se
despeje de fatigas.
Incluyo
en la receta
emociones,
reflexión,
charlas,
silencios,
discreción
y camaradería,
es
como la intención
de
un granito de arena
volcado
en una emoción
que
sin duda es merecida
y
asumo como un privilegio
profundo
y duradero.
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