¿Seguro que es invierno?
La pregunta se plantea
como una duda razonable
tras un espléndido día de sol
iluminando la mirada del cielo
en este rincón del mundo
siempre tan cerca del mar.
Con tales características
la cuestión podría tratarse
como un homenaje
que transforma la sangre
en ansia de rocío y caricias,
si es que alguien se brindase
a compartir de esa manera
una especie de placentero olvido
a los efectos de la crisis...
Igual habrá quienes
no puedan comprenderlo
porque tengo entendido
que en otras latitudes
el frío maltrata la piel,
el alba se viste de escarcha
e impide que una gota
de sudor recorra lentamente
la blanca superficie
de las almas encendidas.
¿De qué color se abriga,
un ser humano atenazado
por la inclemencia del tiempo?
¿Qué nubes mira, qué edificios
coronan su cielo amenazante
mientras acerca el rostro
a las palabras que he escrito
celebrando el invierno isleño
que disfraza de veinte grados
los termómetros?
¿Es un día de diciembre?
¿Y qué? lo mismo da
porque las playas volverán
a estar llenas
de europeos escabullidos
buscando El Dorado,
dicho así con mayúsculas,
y yo seguiré tropezando
con el sol de mediodía
vestido de pantalón corto
y camiseta a juego
de exaltación primaveral.
La pregunta se plantea
como una duda razonable
tras un espléndido día de sol
iluminando la mirada del cielo
en este rincón del mundo
siempre tan cerca del mar.
Con tales características
la cuestión podría tratarse
como un homenaje
que transforma la sangre
en ansia de rocío y caricias,
si es que alguien se brindase
a compartir de esa manera
una especie de placentero olvido
a los efectos de la crisis...
Igual habrá quienes
no puedan comprenderlo
porque tengo entendido
que en otras latitudes
el frío maltrata la piel,
el alba se viste de escarcha
e impide que una gota
de sudor recorra lentamente
la blanca superficie
de las almas encendidas.
¿De qué color se abriga,
un ser humano atenazado
por la inclemencia del tiempo?
¿Qué nubes mira, qué edificios
coronan su cielo amenazante
mientras acerca el rostro
a las palabras que he escrito
celebrando el invierno isleño
que disfraza de veinte grados
los termómetros?
¿Es un día de diciembre?
¿Y qué? lo mismo da
porque las playas volverán
a estar llenas
de europeos escabullidos
buscando El Dorado,
dicho así con mayúsculas,
y yo seguiré tropezando
con el sol de mediodía
vestido de pantalón corto
y camiseta a juego
de exaltación primaveral.
1 comentario:
Como siempre, genial, amigo Paco!
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