las promesas que una vez
nos parecieran trascendentes
descansan olvidadas
bajo la tutela de las estrellas.
Descansan incluso las palabras
que no supimos cómo decir
y esperan pacientes su turno
a que llegue el momento de articularlas.
Esperan las cartas que hemos roto,
los mensajes no recibidos
y las veces que dijimos adiós
a la felicidad que predijimos.
Descansan la angustia y el dolor
que nos partió el corazón
y que al recordarlos ahora,
nos parecen tan intrascendentes
matizados por la lejanía del tiempo.
Descansa la sonrisa
que nos heló un día el rostro
o el mar de lágrimas
que jamás llegó a brotar de nuestros ojos.
Descansa la percepción de una amistad
que creímos imperecedera
y que se quebró a la menor incidencia.
Descansan las personas
a quienes quisimos consolar
y las nos sirvieron de consuelo…
Todo descansa allí,
en ese rincón del universo
donde se refugian los fracasos
para que pueda continuar la vida.
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