que abren en canal
las entrañas de mi tierra
buscando el horizonte
que se adivina sobre el mar.
Brillante espectáculo
que cambia de colores,
aromas y matices
según la época
del año en que te acoge.
Lugares que se perpetúan
palpitantes de vida
donde los elementos
han esculpido años
de hechuras siempre
sorprendentes
y el agua se siente libre
para correr a su antojo.
Riscos que intentan atrapar
a las nubes en el cielo,
laderas mareantes
de acantiladas bellezas,
roques de energía telúrica
ya apaciguada
por el paso de los siglos
y modelados por la acción
de los elementos.
Barrancos isleños,
perturbadores de almas
donde lo inmutable
se hace historia
y enseña el verdadero
atributo de un tesoro
cargado de profunda filosofía
por apego a la raíz
de lo que siempre hemos sido
y jamás habría de cambiar.
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