emerge lentamente
tras las sombras
de la noche,
penetra el primer rayo
de sol por la ventana
y en apariencia
podría ser perfecto,
incluso puede que nada
impida que así sea
a los ojos de los demás...
Pero entre las rejas
del alma asoman
los amaneceres rotos,
hay un temblor amargo
que se reconoce
en los silencios
y la verdad se muestra
árida y reseca
como la perspectiva
de un desierto.
Es un escrupuloso reflejo
adherido a la mirada
cuando brota del espejo
el velo del dolor
ceñido justo allí
donde se asesinan
los sentimientos.
1 comentario:
Pero... cada día amanece.
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