Tumbada en el sofá
te encuentro
profundamente dormida
como un animal
abierto al sueño
que respira paz
en la luz otoñal
de la siesta.
Hace frío y te cubres
con la vieja manta
-que diferente pareces
al ser humano
que sueles ser siempre
moviendo el cuerpo
con ese ritmo tan tuyo
nervioso y rápido-
No puedo evitarlo
me llama tu olor
a huerto fértil
procuro que el beso
sea leve y cuidadoso
e intento que sólo
te roce suavemente.
Pero abres los ojos
esbozas una sonrisa
extiendes los brazos
y con un jadeo profundo,
-no sé si debido al sueño
o cargado de deseo-
me dices ven...
Y entonces tu mirada
me aclara las dudas.
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