El desencanto
encoge los cuerpos
debido a la carga
que supone
el paso de los años
soportando
sus efectos colaterales.
Es duro convivir
con personas
que aún desconocen
que no existe
un bálsamo
para ese mal.
Resulta penoso
contemplar a la gente
esperando
el cambio de estación
sin advertir
que la vida es una
interminable mentira
con independencia
de la temperatura
que maltrate
o coquetee
a nuestros poros...
Y aun así sírvete
lo que te apetezca
del laurel del triunfo
o el amargo sabor
de la decepción,
sea como sea
hay que seguir adelante.
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