lo levemente entrevisto
mientras se apaga lentamente
en la melancolía
del último día de verano.
Tras las puertas
de la noche asoman
los aromas del otoño
como si de un cuadro se tratara
óleo sobre papel
endurecido por el tiempo.
Caen gotas
saludando los cambios
colores del azar
que anuda sombras
volcadas en la marmita
donde a borbotones
cocemos gozos y temores.
Se dejan ver dolores
mil veces lastimados,
y apetece
borrar al mundo
para limitarse a amar
hasta el último aliento.
Nos oprime
la infinitud abrumadora
mísera astilla de luz
en las entrañas
de un tiempo
que apenas retuvo
el paso de los años.
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