de los días normales
porque suelen
guardar en la recámara
alguna sorpresa.
Luego se van
como no quiere la cosa,
pretendiendo
no hacer ruido
y que el tiempo consiga
que los confundamos
en nuestra memoria
hasta ya no saber
si lo que quiera que fuese
sucedió en jueves
o era a mediados de mes.
No hay que olvidar
lo conveniente
de tener mucho cuidado
con los días normales,
no son tan poca cosa
como acaso pretenden
hacer que creamos:
Incluso suelen poder
con ese amor
del que nos sentimos
absolutamente convencidos
de su perdurabilidad.
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