de injusticia
del todo inadmisible
que no lo supieras.
Sería casi un delito
si no te dijera
en este escrito incipiente,
que guardo para ti
recónditos instantes
para reconsiderar
el amor sobre tu piel
y llenarme los sentidos
con sus exquisiteces
que tanto me seducen.
Hemos de entender
que el ser humano
está hecho de caricias,
por eso tú y yo
nos conjuramos juntos
contra la virtud
mal interpretada
que se atreve a juzgar
la pasión que es capaz
de construir
sinónimos de ternuras.
Por eso me reafirmo
desde estas letras,
pues creo en la excelencia
de lo que entendemos
por ser felices:
Todos hemos de estar
hechos para el amor
y por lo mismo que este
se puede entender
de muy diversas maneras,
en la carne seducida
no ha de haber
conciencia alguna
de considerarlo pecado.
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