Un hálito de rocío
se acumula en mis venas,
hay unas nubes que sangran,
tu voz resuena
como un cristal quebrándose
para hacerse añicos
en la orilla de la penumbra.
Estoy aquí, en esta playa
nacida para nosotros,
arrancándome el manto de la noche
mientras el dolor sonríe
y martiriza los ojos de arena
de la recóndita cala,
con ausencias de amaneceres
que simbolizan un naufragio.
El mar y las rocas
aún conservan la bendición
de tu hermosura,
pero bajo la luna silvestre
el olvido ha temblado
pues el viento azotó
sin piedad sus ramas.
Ya arraigan en mi piel
las primeras luces del alba
y el mar con sus olas de sal
abraza mi anhelo
de acabar esta congoja
para que todo vuelva a vibrar
y el amor perdido
deje de ser la medida del tiempo
en las llagas que nacen
desde la soledad.
Me pregunto qué promesas
arraigarán en mi ojos
cuando el horizonte asome,
abriéndose al mar embravecido
donde pueda germinar
esta trémula semilla de la vida
para que se propague
de primavera en primavera.
Espero que acudan al rescate
el tiempo y el destino,
he de convertir el dolor
en recuerdos y experiencia,
reencontrarme con tu imagen
ya serenamente lejana
bajo la melodía de una alborada
sin más principio ni final
que tu propia transparencia.
se acumula en mis venas,
hay unas nubes que sangran,
tu voz resuena
como un cristal quebrándose
para hacerse añicos
en la orilla de la penumbra.
Estoy aquí, en esta playa
nacida para nosotros,
arrancándome el manto de la noche
mientras el dolor sonríe
y martiriza los ojos de arena
de la recóndita cala,
con ausencias de amaneceres
que simbolizan un naufragio.
El mar y las rocas
aún conservan la bendición
de tu hermosura,
pero bajo la luna silvestre
el olvido ha temblado
pues el viento azotó
sin piedad sus ramas.
Ya arraigan en mi piel
las primeras luces del alba
y el mar con sus olas de sal
abraza mi anhelo
de acabar esta congoja
para que todo vuelva a vibrar
y el amor perdido
deje de ser la medida del tiempo
en las llagas que nacen
desde la soledad.
Me pregunto qué promesas
arraigarán en mi ojos
cuando el horizonte asome,
abriéndose al mar embravecido
donde pueda germinar
esta trémula semilla de la vida
para que se propague
de primavera en primavera.
Espero que acudan al rescate
el tiempo y el destino,
he de convertir el dolor
en recuerdos y experiencia,
reencontrarme con tu imagen
ya serenamente lejana
bajo la melodía de una alborada
sin más principio ni final
que tu propia transparencia.
3 comentarios:
que si. que si... en este camino de imagenes, un cuadro impresionista, un misterioso juego de luces y sombras, colores escondidos tras las palabras.
Me gusta pasear por cada palabra que abre nuevas preguntas y me lanza a la emoción que nos regalas.
Estupendo, Paco.
El hálito de rocío, en tus venas, esas nubes que sangran..esa playa nacida para vosotros,qué bueno que las olas de sal, te abracen para olvidarte de ese naufragio.
Es importante ese mar....consuela.
Es tan visual tu poema y tan sentido!! Me encanta!!
Besos!
Una playa solitaria es un tesoro para el ánimo. Nunca he conocido mejor terapia que dejarse envolver por las sensaciones que se sienten en esos momentos en que el mar y lo que lo rodea es tuyo. Los sonidos, el aire, los colores, el olor... Es el paraíso. Cuando regresas a la realidad del mundo, te sientes limpio por dentro y los dolores del alma ya son otra cosa.
Se lo recomiendo a los que no han tenido oportunidad de experimentarlo.
Publicar un comentario