domingo, 20 de junio de 2010

EL PESO DE UN SUSPIRO


Si uno se preocupa de buscar, siempre encontrará a alguien que se haya metido en algún experimento sobre la cuestión más peregrina, intentando que la ciencia sustituya a la filosofía. El 11 de marzo de 1907, el New York Times se hizo eco de los experimentos que Duncan MacDougall realizaba con moribundos, pesándolos en el momento de su fallecimiento. En una balanza, dispuesta bajo una plataforma con una cama, cuya probabilidad de error era de tres gramos, colocaba a sus voluntarios en fase terminal, y observaba la diferencia de peso que se producía en el momento de la muerte. ¿A que el tema daría mucho para una historia de terror?

Pues resulta que MacDougall aventuró una hipótesis: el alma podría pesar entre 18 y 21 gramos. Curiosamente también midió la pérdida de peso consecutiva a la muerte de 15 perros con su balanza y no constató ninguna diferencia. Cuanta levedad si esa cifra es lo que nos diferencia de los animales. Porque puede que si el alma existe, su peso sea esos 21 gramos. Pero tal vez esos 21 gramos simplemente sean el peso del último aliento, el aire que exhalan los pulmones en el momento de la muerte. Quién sabe lo que perdemos al morir ¿La vida, los recuerdos, la capacidad de amar y ser amado? No: Igual perdemos 21 gramos.

Pero, ¿adónde se van? ¿Somos nosotros los que nos vamos en esos 21 gramos? En el año 2003 se rodó una película basada en esta conjetura de MacDougall. Se trata de una obra maestra y se titula, precisamente, “21 Gramos”, dirigida por Alejandro González Iñárritu, interpretada por Sean Penn, Benicio del Toro y Naomi Watts, y basada en un guión de Guillermo Arriaga. Terminaba con el siguiente monólogo de su moribundo protagonista:

¿Cuántas vidas vivimos? ¿Cuántas veces morimos? Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte. Todos. ¿Cuánto cabe en 21 gramos? ¿Cuánto se pierde? ¿Cuánto se va con ellos? ¿Cuánto se gana? 21 gramos: el peso de cinco monedas de cinco centavos, el peso de un colibrí, de una chocolatina… ¿Cuánto pesan 21 gramos?

La pregunta también podría ser: ¿Qué hacemos con esos 21 gramos antes de perderlos? El mundo que nos ha tocado padecer nos invita a rechazar cuestiones de este tipo, a olvidarnos de reflexionar si hay algo más allá de lo que nuestros amos han decidido ofrecernos: Debemos limitarnos a lo que nos exige nuestro rol: Somos esclavos o burgueses que ignoran ser esclavos. En 21 gramos caben ambas posibilidades.

¿Acaso lo dudan? A los 21 gramos del hombre moderno podemos verlos pasear por los centros comerciales cada fin de semana. Allí sacian su desmesurado afán de adquirir y consumir. Cada cual -los que pueden, claro está- muestra orgulloso sus bolsas llenas de productos y se cree libre eligiendo artículos innecesarios igual que el antiguo esclavo se permitía elegir los parásitos que le atormentaban. Las mercancías vociferan con urgencia desde estantes y escaparates refrendando lo que antes la publicidad nos ha metido por los ojos. Y el buen burgués (o la buena burguesa) se pasa la tarde convenciéndose de lo maravilloso que es su nuevo reloj, su crema para el cutis, su televisor de tropecientas pulgadas o su ordenador. ¿Qué más se puede esperar de la vida antes de perder los 21 gramos que nos corresponden para el más allá?
Sólo 21 gramos. Ni siquiera la luz del sol pesa tanto, aunque nos ilumine y nos caliente a todos. Y así la vida va pasando hasta convertirse en un suspiro. Un suspiro que, por muy rigurosa que sea la balanza que lo pese, jamás podremos saber adónde irá.

5 comentarios:

Josep Vilà i Teixidó dijo...

Escrito con sentido. ciertamente.
El tema del peso del alma también lo leí en la última novela de Dan Brown.
Però lo importante és el fondo que planteas, la ligereza de acciones y pensamientos del ser humano en su devenir cotidiano, en demasiadas ocasiones su paso consumista y la intrascendència de su felicidad que por pesar, no pesa nada.

balamgo dijo...

Muy interesante artículo.
Saludos.

Manuel Adlert Arcos dijo...

Los 21 gramos de diferencia, pueden tener muchas explicaciones, pero la del alma, me parece inverosimil. !Qué bonita sería la imagen del alma, saliendo del cuerpo, hacia otra vida! Por eso se la cree tanta gente. Mientras no me demuestren lo contrario, mi destino es la nada (que no está nada mal)

Antoniatenea dijo...

¡¡Qué análisis más genial de esos 21 gramos!!!.
Se ha hablado mucho de esos 21 gramos y cuánta razón en eso que explicas.En cuanto a la transcendencia de esa hipotética alma, ya es bastante absurdo todo, incluso, que tenga un peso algo que se supone que es espíritu, y también que a los animales, incluso sabiendo que de algunos de ellos no nos separa más que unas decenas de genes, no se les conceda ni la posiblilidad de perder esos sagrados 21 gramos!!!

Pero lo que me ha parecido más incisivo, es lo que has explicado de qué hacemos con esos 21 gramos mientras vivimos y la experiencia de los centros comerciales a donde dirijimos nustro vacío, nos muestra claramente ese agujero negro que algunos han querido poblar con esos 21 gramos!
Besos!!

Reina dijo...

También vi la película... pero no me importa si esos 21 gramos son del alma o de un suspiro... creo lo importante es lo que hacés con tu vida y lo que dejás en los demás, esa es la verdad del alma...
Un beso