sábado, 5 de diciembre de 2009

SUDÁFRICA Y EL FÚTBOL

Joseph Blatter, presidente de la FIFA, con antiguos presos de Robben Island (Foto de 'El país)

Se acaba de celebrar el sorteo del próximo Mundial de Fútbol, que organiza Sudáfrica. Entre el alud de informaciones sobre el tema, leo en ‘el país’ un episodio más de una de las grandes épicas de nuestro tiempo: La lucha contra el apartheid, el régimen de segregación racial impuesto en ese país durante tantos años por la minoría blanca.
Uno de los símbolos más despreciables de la opresión fue la prisión de Robben Island, el lugar donde fueron encerrados los principales activistas contra la segregación, entre ellos Nelson Mandela. Robben Island también fue llamada el Alcatraz surafricano, es un promontorio rocoso situado en medio del mar desde donde se divisa Ciudad del Cabo. Allí fueron encerrados durante años miles de negros, y por allí pasaron los principales dirigentes del Congreso Nacional Africano, el partido que dirigió la lucha contra el odioso régimen, y que ahora gobierna en Suráfrica. Allí, además de Mandela (que vivía una situación especialmente cruel a causa del aislamiento) estuvieron por ejemplo, el actual Presidente del Gobierno, Jacob Zuma y el Ministro de Vivienda, Tokyo Sexwale. En los momentos más álgidos de la represión afrikáner, llegaron a estar encerrados 1400 prisioneros.
La causa de que el próximo mundial haya puesto de nuevo de actualidad aquella prisión, es que dentro de ella el amor por el fútbol se convirtió en la bandera que mantuvo unidos a los presos políticos para retar al sistema y derrotarlo, y les ayudó a sobreponerse al tedio y la depresión. Emociona saber que cualquier cosa puede servir cuando el ser humano está colocado en una situación límite, esta vez fue el fútbol.
Dentro de las celdas, algunos presos para distraerse jugueteaban con pelotas hechas con trapos y papeles. En un determinado momento, a alguien se le ocurrió organizar partidos en los patios como forma de distracción. Se toparon con la negativa radical de la administración de la cárcel. La mecha prendió rápidamente: La consigna ‘Queremos jugar al Fútbol’ se generalizó. Costó tres años llevarla a la práctica. Desde 1964 a 1967, cada fin de semana un preso presentaba la solicitud en las jornadas de ‘peticiones y reclamaciones’ que la normativa de la prisión autorizaba, basándose en que los internos tenían derecho a ejercitarse físicamente. La respuesta siempre era negativa y las peticiones llevaban al castigo: Sin comida durante dos días. Pero no se arredraron, pese a que la comida era por lo común escasa, y el trabajo durísimo, en la cantera y de sol a sol.
Los presos vieron recompensada su tenacidad cuando la presión internacional contra el régimen le obligó a tratar de ponerse el disfraz de humanidad. La intervención del Comité Internacional de la Cruz Roja resultó decisiva para poner fin al conflicto en Robben Island: Se autorizaron partidos de media hora los sábados. De inmediato los internos se organizaron en equipos de unos 50 miembros y formaron la ya legendaria Asociación de Fútbol Makana, que organizaría los campeonatos durante tres décadas más tras los muros de la cárcel y se convertiría en el eje sobre el que giraba la vida de los presos.
Los artesanos construyeron pelotas de cuero, los zapateros fabricaban las zapatillas a partir de botas de mujer a las que cortaban el tacón y pegaban suelas de neumáticos para que tuviesen tacos. Se formaron hasta nueve clubes con nombres como Gunners (Pistoleros), Rangers, Bucks (Antílopes), Dynamo y Black Eagles (Águilas Negras)... Tuvieron hasta su asociación de árbitros. Las consecuencias fueron asombrosas e imprevisibles. Muchos de los internos aprendieron a leer y escribir para aprenderse bien las normas y estar informados sobre las actas de los partidos. Las reglas eran estrictas, había comités disciplinarios, financieros... Se hicieron tantas peticiones para participar, que se establecieron tres categorías para dar cabida a todos los equipos. Su única frustración era que el compañero más querido, Mandela, no pudiese participar, pero siempre encontraban la manera de hacerle llegar todas las novedades sobre las ligas.
Hoy algunos de los participantes están en los puestos más altos de la administración, la enseñanza, la medicina... Otros intentan salir adelante en un país aún convulso y que se esfuerza por superar las secuelas de décadas de aislamiento de la población negra. Pero todos se sienten orgullosos y siguen hablando entusiasmados por lo logrado en Robben Island. Explican que esa fue precisamente una de las razones por lo que Sudáfrica apostó fuerte para organizar el próximo Mundial de Fútbol: Será también un homenaje a los luchadores por la libertad de su país. Y por si no lo saben, la Asociación Makana es miembro honorario de la FIFA.

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