martes, 8 de diciembre de 2009

REFLEXIONES SOBRE EL AMOR


Que complicado resulta asomarse al mundo afectivo en estos tiempos en que están tan de moda el rechazo, la incomunicación, el deseo físico y la sicología de lo práctico. Es necesario hacerlo, porque lo queramos o no, el amor es un sentimiento fundamental para la felicidad de las personas. Pero es una emoción compleja, que incluye entregas y renuncias, olores, tactos, complicidades, afinidades físicas y emocionales, la incorporación a nuestro universo de la visión del otro...

También en el campo afectivo, Internet nos ha cambiado. Es el marco donde según las estadísticas, hoy por hoy comienzan el 60% de los vínculos afectivos. La cifra indica que se ha modificado el proceso natural de las relaciones interpersonales. Normalmente la forma de conocer a alguien es en vivo y en directo, de ese modo la persona nos entra por los sentidos. En internet, sin embargo, la primera impresión la define una forma de escribir, un estilo narrativo, una manera de presentar la información… y como mucho una foto. Eso es lo que nos acaba seduciendo, no la persona en sí, en su conjunto. En realidad el amor, el enamoramiento, es un sentimiento irracional hacia una persona entendida como un todo; es falso que podamos enamorarnos de una forma de escribir: ese es un hecho racional.

No todo es negativo en el amor a través de la red, tiene de positivo la recuperación del género epistolar, la importancia de las palabras, la ampliación de los horizontes, de las opciones. Pero es preciso tener claro el otro lado de la moneda, el lado oculto que conforman el alejamiento, lo virtual, lo no tangible, la impostación, la estafa y la cobardía… Porque hay mucha gente sicológicamente débil que intenta salvar su soledad en la red, pero también los hay que saben aprovecharse de esta realidad: Nadie podrá contrastar lo que decimos o los datos que aportamos si no lo permitimos, así que liga no el más guapo o el más inteligente o sensible, sino el que tiene la capacidad de adaptarse a las penurias sentimentales del que está al otro lado, y encima escribe bien.

El proceso de seducción se realiza mediante la palabra. El problema es que el catálogo de opciones, de necesidades es casi infinito. No todos buscan lo mismo, y muchos no tienen problemas de conciencia en ‘adaptarse’ para conseguir sus objetivos y seducen con el objetivo de conseguir un rato de cibersexo o un puntual encuentro sexual real. Malo es que en ese caso la otra persona necesite algo más, la frustración está servida.

La Red también ha sido decisiva en la aparición del fenómeno de los ‘singles’, que enarbola el individualismo como bandera y lo equipara a libertad. Pero esta filosofía es un arma de doble filo. La publicidad con que se ampara actualmente la soltería, convirtiéndola en una actitud militante, esconde el grave peligro de la fragmentación -la ruptura del ser humano con el universo del que forma parte-, que puede llevarle a la soledad más deprimente y a una profunda esterilidad emocional. El narcisismo busca huir de cualquier tipo de sufrimiento o de frustración. Y estamos creando una sociedad fría, débil, incapaz de aguantar el tirón de ninguna pasión.

El que ha amado de verdad sabe que se puede sufrir, y mucho: Ya sea por la pérdida de la persona amada, o del amor mismo. El caso es que cada vez tenemos menos herramientas para encajar el dolor derivado de pérdidas emocionales, de modo que renunciamos a lo mejor de la vida para no sufrir. Se nos ha vendido tanto la idea del individualismo, de la libertad, del saber poner límites, que nos hemos pasado de rosca y todo lo que suene a vinculación lo vemos como un peligro y lo rechazamos. Nos olvidamos de que para amar es necesario vincularse con otro. Y sin vinculación no hay amor…

Nadie cree ser capaz de ser libre en compañía o en pareja, y en general se identifica ‘libertad’ con ’soledad’, con la tristeza y sequedad emocional que conlleva. Pero el amor será siempre la mejor adicción que existe. La pasión amorosa es la más espléndida obsesión del ser humano. Es salirse del yo para lanzarse de cabeza y con los ojos cerrados hacia el tú que representa la persona amada y a partir de ahí construir un nosotros. Poder darle la espalda al yo aplastante que vivimos hoy día es una auténtica bendición. Aunque amar pueda ser una receta excelente para entrar en la obsesión, a cambio nos permite salir de la neurosis. Valga lo uno por lo otro, y encima, representa la más excelsa felicidad: el exquisito sentimiento de la belleza compartida. Ahí es nada. Qué pena lo que estamos haciendo con algo semejante.

En nuestra locura, hemos intentado incluso domesticarlo para volverlo reflexivo. Da pereza sólo de pensarlo... ¿Amor y reflexión? Eso es imposible, porque un sentimiento de tal fuerza sólo cabe en el marco de lo emotivo. Que se sepa, sólo hay dos tipos de amor, aunque en realidad es más exacto calificarlos como etapas, porque uno es consecuencia del otro:

En primer lugar está al amor obsesivo, que se corresponde con la fase de enamoramiento. Es como un chute de adrenalina en los sentidos. Todo brilla más, se estrenan colores nunca vistos, se escuchan mil tonalidades novedosas, vibran corrientes eléctricas por todo el cuerpo, los calambrazos de intensidad y de locura son espectaculares… Después las cosas se serenan, y entonces es cuando pasas a otro estadio en el que el amor puede llegar a ser más hermoso y redondo todavía si las raíces del respeto y la amistad están solidificadas, pues lo que pasa a sostener la relación es el sofisticado juego de las complicidades, para compartir el placer con el compañero de juegos perfecto…

No hay nada peor que los tópicos, y en los últimos tiempos han aparecido demasiados que nos han llevado a convencernos de renunciar a la posibilidad de ser felices por temor al sufrimiento. Pero ese es el verdadero juego de la vida, porque sufrir y gozar son en realidad las dos caras de una misma moneda. Por favor, que no se nos olvide.

1 comentario:

Rita dijo...

No, creo que no se nos olvida ya que sufrir y gozar es inherente a la vida misma. Cierto que estamos atiborrados de muchos tópicos que nos indican que lo mejor es la soledad, si te comprometes, mas tarde o más temprano sufrirás porque esa unión nunca es para siempre y lo peor es que no es solo la muerte la que puede`poner punto final, es que ya estamos convencidos de que no podremos estar unidos a alguien para siempre,por diferentes razónes, ante esta posibilidad no queremos iniciar algo que luego nos haga sufrir y como el amor y un abrazo de vez en cuando lo podemos encontrar en otros familiares, llamese hijos, nietos, hermanos....pues preferimos eso que nos consuela mucho, (porque es cierto que el contacto humano nos hace falta) y no nos arrimamos a otras cosas, huimos del dolor y en consecuencia del amor de pareja, mala cosa pero inevitable en estos tiempos.
Por cierto, en la próxima receta me acordaré de los vegetarianos, tienes muchisima razón, besitos