En este año ha habido tristeza.
En este año hemos sentido la alegría
por la que siempre suspiramos.
En este año se abrieron nuevas puertas.
En este año se rompieron corazones.
En este año recuperamos la confianza.
En este año todo se tambaleó...
Algunos preferirían quedarse anclados
en el perfecto hoy,
otros querrían haber borrado
el año que acaba del calendario...
Pero dejemos el pasado. Hablemos del futuro, pero no como algo indefinido, sino del que podemos construir con nuestro esfuerzo y tesón. Hablemos no de los deseos, sino de los propósitos. Suelen confundirse, pero no es exactamente lo mismo. Mientras que desear algo puede dejarlo al albur de las circunstancias, proponérselo incluye voluntad.
Porque como siempre, el año que termina ha incluido ganancias y pérdidas, alegrías y penas, ilusión y desesperanza. Alguien se nos fue o han venido otros a ocupar los huecos vacíos. Podemos pensar que han sido 365 de días sin nada destacable, pero también ha podido haber alguno diferente y único para cada ser humano, en el que los acontecimientos nos hayan transportado de un punto a otro de nuestra montaña rusa particular.
Es la vida, que siempre nos tiene reservada una sorpresa. Qué difícil se nos hace continuar como si las cosas dolorosas no ocurriesen, conservar la calma ante lo inesperado, o intentar mantener la ecuanimidad cuando alcanzamos las pequeñas glorias en el pódium de nuestra existencia...
El que tiene un carácter positivo, se ilusiona y es capaz de dar motivos de ilusión, quien emprende caminos nuevos e intenta exprimir lo mejor de todas las cosas, es a veces tachado de iluso. Se le acusa de no tener los pies en el suelo, de vivir en las nubes. Se le pide que deje de soñar. En cierto modo se le exige que sea consciente del sufrimiento, de la pena y de la desesperanza que pueda haber a su alrededor.
Pero esta clase de personas no elijen esa opción para alejarse de lo oscuro del mundo, al menos no siempre. Hay quienes lo hacen conscientemente como modo de vida. Eligen caminar, algunos CONTRA todo, otros ANTE todo, pero caminan. Optan por vivir vestidos con traje de gala, sabiendo que pueden verse revolcados en el lodo. Ponen el corazón sobre la mesa a sabiendas que se lo pueden romper en mil pedazos. Remontan cualquier obstáculo porque necesitan descubrir lo que hay al otro lado. No se equivoquen: Tienen los pies en el suelo, pero intentan agarrarse a lo positivo como tabla de salvación en lugar de hundirse en la desesperación.
En cierto modo, viven a ciegas. Pero se dice que el amor es ciego, y la Justicia queda asociada a una balanza y unos ojos vendados. Quizá ocurra algo parecido con la felicidad. Quizá haya que mirar lo esencial, aquello que es invisible a los ojos. Quizá sea el momento de ponerle una venda al desánimo y a la desesperanza. A todo aquello, en suma, que no nos deja avanzar disfrutando de la vida.
Quizá sea este el mejor de los propósitos que podemos albergar para el próximo año: Superar cualquier escollo para conseguir ser felices. No es de ningún modo esta una opción egoísta: Nunca podremos hacer por los demás lo que no seamos capaces de hacer por nosotros mismos, de lo que se deduce que ser feliz es condición indispensable para aportar nuestro grano de arena en conseguir que lo sean otros.
En este año hemos sentido la alegría
por la que siempre suspiramos.
En este año se abrieron nuevas puertas.
En este año se rompieron corazones.
En este año recuperamos la confianza.
En este año todo se tambaleó...
Algunos preferirían quedarse anclados
en el perfecto hoy,
otros querrían haber borrado
el año que acaba del calendario...
Pero dejemos el pasado. Hablemos del futuro, pero no como algo indefinido, sino del que podemos construir con nuestro esfuerzo y tesón. Hablemos no de los deseos, sino de los propósitos. Suelen confundirse, pero no es exactamente lo mismo. Mientras que desear algo puede dejarlo al albur de las circunstancias, proponérselo incluye voluntad.
Porque como siempre, el año que termina ha incluido ganancias y pérdidas, alegrías y penas, ilusión y desesperanza. Alguien se nos fue o han venido otros a ocupar los huecos vacíos. Podemos pensar que han sido 365 de días sin nada destacable, pero también ha podido haber alguno diferente y único para cada ser humano, en el que los acontecimientos nos hayan transportado de un punto a otro de nuestra montaña rusa particular.
Es la vida, que siempre nos tiene reservada una sorpresa. Qué difícil se nos hace continuar como si las cosas dolorosas no ocurriesen, conservar la calma ante lo inesperado, o intentar mantener la ecuanimidad cuando alcanzamos las pequeñas glorias en el pódium de nuestra existencia...
El que tiene un carácter positivo, se ilusiona y es capaz de dar motivos de ilusión, quien emprende caminos nuevos e intenta exprimir lo mejor de todas las cosas, es a veces tachado de iluso. Se le acusa de no tener los pies en el suelo, de vivir en las nubes. Se le pide que deje de soñar. En cierto modo se le exige que sea consciente del sufrimiento, de la pena y de la desesperanza que pueda haber a su alrededor.
Pero esta clase de personas no elijen esa opción para alejarse de lo oscuro del mundo, al menos no siempre. Hay quienes lo hacen conscientemente como modo de vida. Eligen caminar, algunos CONTRA todo, otros ANTE todo, pero caminan. Optan por vivir vestidos con traje de gala, sabiendo que pueden verse revolcados en el lodo. Ponen el corazón sobre la mesa a sabiendas que se lo pueden romper en mil pedazos. Remontan cualquier obstáculo porque necesitan descubrir lo que hay al otro lado. No se equivoquen: Tienen los pies en el suelo, pero intentan agarrarse a lo positivo como tabla de salvación en lugar de hundirse en la desesperación.
En cierto modo, viven a ciegas. Pero se dice que el amor es ciego, y la Justicia queda asociada a una balanza y unos ojos vendados. Quizá ocurra algo parecido con la felicidad. Quizá haya que mirar lo esencial, aquello que es invisible a los ojos. Quizá sea el momento de ponerle una venda al desánimo y a la desesperanza. A todo aquello, en suma, que no nos deja avanzar disfrutando de la vida.
Quizá sea este el mejor de los propósitos que podemos albergar para el próximo año: Superar cualquier escollo para conseguir ser felices. No es de ningún modo esta una opción egoísta: Nunca podremos hacer por los demás lo que no seamos capaces de hacer por nosotros mismos, de lo que se deduce que ser feliz es condición indispensable para aportar nuestro grano de arena en conseguir que lo sean otros.
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