Ni tú, ni yo,
sino el mundo que nos rodea.
Ni tus labios, ni mis manos,
sino el derecho de todos.
Ni tus dedos, ni mi sonrisa,
sino las multitudes libres
tomando las esquinas.
Ni tu sexo, ni mis ansias,
sino la libertad
diariamente reconquistada.
Ni la frustración, ni el desengaño,
sino el alimento de los sueños
en la eternidad de cada sílaba.
No desde la verdad, sino desde la duda
para entender quiénes somos
y nuestro compromiso con la vida.
sino el mundo que nos rodea.
Ni tus labios, ni mis manos,
sino el derecho de todos.
Ni tus dedos, ni mi sonrisa,
sino las multitudes libres
tomando las esquinas.
Ni tu sexo, ni mis ansias,
sino la libertad
diariamente reconquistada.
Ni la frustración, ni el desengaño,
sino el alimento de los sueños
en la eternidad de cada sílaba.
No desde la verdad, sino desde la duda
para entender quiénes somos
y nuestro compromiso con la vida.
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