‘Quiero mirar la tierra hasta encontrarte’, dice una hermosísima letra de una canción de Serrat. Después de años de terror y silencio durante la dictadura, y de vergonzoso mirar hacia otro lado a causa de pactos miserables en el transcurrir de la democracia, los restos de la represión franquista que andan perdidos en fosas comunes por toda la geografía nacional van a ser buscados oficialmente por orden de un juez. Y los culpables de la matanza que aún siguen vivos, por primera vez hay una seria posibilidad de que acaben en los tribunales. En un auto histórico, el Juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón se ha declarado competente para investigar la desaparición de víctimas del franquismo y exige la exhumación de todas las fosas comunes que se hayan encontrado hasta la fecha, o se puedan encontrar en el futuro.
Curiosamente, la Fiscalía se opuso a la argumentación del juez, argumentando que los delitos habían prescrito con la Ley de Amnistía de 1977, olvidando que los Delitos Contra la Humanidad no estaban incluidos en dicha Ley, y que los hechos formaban parte de un Plan dirigido desde las más altas instancias del Estado fascista para eliminar de raíz cualquier vestigio de oposición que no hubiese huido al extranjero después de la caída de la República. Los bandos de los generales golpistas no dejaban ninguna duda de las intenciones que albergaban, pues llamaban a pasar por las armas a cuantos se opusieran al triunfo del llamado Movimiento Nacional.
No hubo piedad. Hace unas semanas, las Asociaciones que reivindican la Recuperación de la Memoria Histórica entregaron un fichero digitalizado al propio juez con los nombres de 114.266 desaparecidos. Posiblemente sean muchos más. El tiempo y el miedo han jugado a favor de los asesinos.
Por fin se hace realidad aquello de que no se puede enterrar el olvido. Esta es una tarde de inmensa alegría, aunque probablemente sean sólo unos pocos gramos de felicidad para los familiares que con tanto tesón y paciencia se han movilizado intentando dar con el paradero de sus muertos. Esos huesos perdidos son una vergüenza para la democracia española. Como por ejemplo en Santa Cruz de Tenerife, mi ciudad, que aún no sabe dónde está enterrado el titular de la alcaldía en el momento del Golpe de Estado, hecho desaparecer inmediatamente por los facciosos.
Aún queda mucho camino por recorrer, pero en el erial está empezando a brotar el verdor de la hierba. Y recordarles a los que se oponen a esta vía ahora definitivamente abierta con el argumento de que se atenta contra la reconciliación de los españoles, que sin la verdad no es posible reconciliación alguna. Definitivamente, este 16 de octubre de 2008 es un espléndido atardecer de otoño.
Curiosamente, la Fiscalía se opuso a la argumentación del juez, argumentando que los delitos habían prescrito con la Ley de Amnistía de 1977, olvidando que los Delitos Contra la Humanidad no estaban incluidos en dicha Ley, y que los hechos formaban parte de un Plan dirigido desde las más altas instancias del Estado fascista para eliminar de raíz cualquier vestigio de oposición que no hubiese huido al extranjero después de la caída de la República. Los bandos de los generales golpistas no dejaban ninguna duda de las intenciones que albergaban, pues llamaban a pasar por las armas a cuantos se opusieran al triunfo del llamado Movimiento Nacional.
No hubo piedad. Hace unas semanas, las Asociaciones que reivindican la Recuperación de la Memoria Histórica entregaron un fichero digitalizado al propio juez con los nombres de 114.266 desaparecidos. Posiblemente sean muchos más. El tiempo y el miedo han jugado a favor de los asesinos.
Por fin se hace realidad aquello de que no se puede enterrar el olvido. Esta es una tarde de inmensa alegría, aunque probablemente sean sólo unos pocos gramos de felicidad para los familiares que con tanto tesón y paciencia se han movilizado intentando dar con el paradero de sus muertos. Esos huesos perdidos son una vergüenza para la democracia española. Como por ejemplo en Santa Cruz de Tenerife, mi ciudad, que aún no sabe dónde está enterrado el titular de la alcaldía en el momento del Golpe de Estado, hecho desaparecer inmediatamente por los facciosos.
Aún queda mucho camino por recorrer, pero en el erial está empezando a brotar el verdor de la hierba. Y recordarles a los que se oponen a esta vía ahora definitivamente abierta con el argumento de que se atenta contra la reconciliación de los españoles, que sin la verdad no es posible reconciliación alguna. Definitivamente, este 16 de octubre de 2008 es un espléndido atardecer de otoño.
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