Viñeta de El Roto: Simplemente, un genio
Los que ya hemos entrado en la cincuentena formamos parte de una generación que no vivió la Guerra Civil y la represión posterior, pero tuvo tiempo suficiente como para experimentar en sus carnes lo que significó la dictadura. En todos los aspectos de la vida, pero sobre todo en la que correspondía al ámbito educativo: Adoctrinamiento y maltratos físicos y sicológicos aparte, recordemos la sarta de mentiras que nos obligaron a aprender a golpes sobre la historia de este país. Por esa razón, porque durante años se nos manipuló descaradamente, no deberíamos permitir que alguien se aventure a hacerlo hoy mismo, cuando tenemos multitud de fuentes en nuestras manos para formarnos una opinión propia sobre las cosas.
Algunos no hemos borrado los recuerdos. En los míos está muy claro que durante años la derecha nunca tuvo complejo alguno para recordar, festejar y glorificar la victoria en la guerra y lo acontecido en los años posteriores, que nadie con un mínimo de rigor histórico puede calificar de paz. Los monumentos, los nombres en las calles, los desfiles, las actitudes chulescas y desafiantes, contrastaban con el miedo soterrado, los miles de exiliados, los terribles años de cárcel para los que lucharon por la libertad, los campos de concentración que sólo empezaron a desaparecer en la década de los sesenta, los represaliados profesionales (miles de maestros y profesores perdieron su empleo, por ejemplo) , y, sobre todo, la imposibilidad de enterrar dignamente a unos cuantos millares de víctimas, olvidadas vilmente en perdidas fosas comunes. ¿Cómo es posible que aún no se hayan podido recuperar los restos de Federico García Lorca, uno de los iconos de la cultura universal y un símbolo de la barbarie de la guerra en todo el mundo?
Hay multitud de ejemplos sangrantes donde elegir: Como en Santa Cruz de Tenerife, capital compartida de Canarias, que tiene sus calles plagadas de nombres relacionados con la dictadura mientras se ha mantenido en la oscuridad y el olvido la persona del alcalde que estaba al frente de la ciudad cuando el golpe militar, y acabó desaparecido y asesinado por los facciosos... Que se sepa, no se recuperado su cuerpo, ni se le ha dedicado el homenaje que merecería...
Treinta años después de la restauración democrática se pretende cambiar este estado de cosas y la derecha que se llama a si misma civilizada, con la colaboración de una Conferencia Episcopal que nunca ha pedido perdón por la estrecha relación de la Iglesia con la dictadura, monta una escandalera sorprendente, con la cantinela de que hay que pasar página y no abrir viejas heridas que ya no interesan a nadie. Igual es demasiada suspicacia, pero tanta insistencia y radicalidad da muy mala espina. La impresión es que desde algunos sectores se niegan a que se aireen las vergüenzas que durante la transición hubo que esconder debajo de las alfombras, en aras de la reconciliación entre los españoles. Es más sencillo así recuperar la vieja manipulación de los hechos. Ahí tenemos a Mayor Oreja (recordemos que ha sido Ministro del Interior y actualmente es eurodiputado), definiendo el franquismo como una etapa de extraordinaria placidez. Evidente: En realidad estaba hablando del optimismo del vencedor, que aprovechó la dictadura para medrar y prosperar socialmente mientras colaboraba con el régimen o simplemente miraba hacia otro lado...
La obstinación de la derecha española en no homologarse con sus correligionarios europeos resulta sangrante. En realidad, cuando se oponen a una cuestión tan importante para un demócrata en España como la necesidad de la conocida como Ley de la Memoria Histórica para cerrar definitivamente las heridas de la guerra civil y la dictadura, de lo que están hablando es de practicar la desmemoria y la amnesia.
En eso si que son verdaderos maestros: No hay nada más que ver las muestras de desvergüenza política que han puesto en práctica esta semana, con su actitud respecto a la sentencia sobre los atentados de 2004 en Madrid. Si fueran otros tiempos les recomendaría una buena dosis de Fósforo Ferrero. Para la memoria, ya saben... Porque para el cinismo no hay tratamiento médico, que se sepa.
Algunos no hemos borrado los recuerdos. En los míos está muy claro que durante años la derecha nunca tuvo complejo alguno para recordar, festejar y glorificar la victoria en la guerra y lo acontecido en los años posteriores, que nadie con un mínimo de rigor histórico puede calificar de paz. Los monumentos, los nombres en las calles, los desfiles, las actitudes chulescas y desafiantes, contrastaban con el miedo soterrado, los miles de exiliados, los terribles años de cárcel para los que lucharon por la libertad, los campos de concentración que sólo empezaron a desaparecer en la década de los sesenta, los represaliados profesionales (miles de maestros y profesores perdieron su empleo, por ejemplo) , y, sobre todo, la imposibilidad de enterrar dignamente a unos cuantos millares de víctimas, olvidadas vilmente en perdidas fosas comunes. ¿Cómo es posible que aún no se hayan podido recuperar los restos de Federico García Lorca, uno de los iconos de la cultura universal y un símbolo de la barbarie de la guerra en todo el mundo?
Hay multitud de ejemplos sangrantes donde elegir: Como en Santa Cruz de Tenerife, capital compartida de Canarias, que tiene sus calles plagadas de nombres relacionados con la dictadura mientras se ha mantenido en la oscuridad y el olvido la persona del alcalde que estaba al frente de la ciudad cuando el golpe militar, y acabó desaparecido y asesinado por los facciosos... Que se sepa, no se recuperado su cuerpo, ni se le ha dedicado el homenaje que merecería...
Treinta años después de la restauración democrática se pretende cambiar este estado de cosas y la derecha que se llama a si misma civilizada, con la colaboración de una Conferencia Episcopal que nunca ha pedido perdón por la estrecha relación de la Iglesia con la dictadura, monta una escandalera sorprendente, con la cantinela de que hay que pasar página y no abrir viejas heridas que ya no interesan a nadie. Igual es demasiada suspicacia, pero tanta insistencia y radicalidad da muy mala espina. La impresión es que desde algunos sectores se niegan a que se aireen las vergüenzas que durante la transición hubo que esconder debajo de las alfombras, en aras de la reconciliación entre los españoles. Es más sencillo así recuperar la vieja manipulación de los hechos. Ahí tenemos a Mayor Oreja (recordemos que ha sido Ministro del Interior y actualmente es eurodiputado), definiendo el franquismo como una etapa de extraordinaria placidez. Evidente: En realidad estaba hablando del optimismo del vencedor, que aprovechó la dictadura para medrar y prosperar socialmente mientras colaboraba con el régimen o simplemente miraba hacia otro lado...
La obstinación de la derecha española en no homologarse con sus correligionarios europeos resulta sangrante. En realidad, cuando se oponen a una cuestión tan importante para un demócrata en España como la necesidad de la conocida como Ley de la Memoria Histórica para cerrar definitivamente las heridas de la guerra civil y la dictadura, de lo que están hablando es de practicar la desmemoria y la amnesia.
En eso si que son verdaderos maestros: No hay nada más que ver las muestras de desvergüenza política que han puesto en práctica esta semana, con su actitud respecto a la sentencia sobre los atentados de 2004 en Madrid. Si fueran otros tiempos les recomendaría una buena dosis de Fósforo Ferrero. Para la memoria, ya saben... Porque para el cinismo no hay tratamiento médico, que se sepa.
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