miércoles, 17 de octubre de 2007

LA ÚLTIMA TRAVESÍA

Desplegado el velamen
de mis sueños,
intenté ser navegante,
rompiendo la espuma
blanca de las olas,
proa a un horizonte
siempre pleno de incógnitas.
Desde esta orilla,
mi viejo corazón
ha padecido tormentas
y ha asistido
a la más terrorífica de las calmas.
Intenté no abandonar mi barco,
aunque dudo mucho
haber tenido galones suficientes
para anunciarme capitán
de este navío.
Demasiados arrecifes
puso el destino en mi camino,
demasiados vientos soplaron
en la dirección equivocada.
Busqué sin cesar
la claridad de algún faro,
para fundir con él mi mirada,
pero ha sido en vano.
Ahora me pregunto
que busco ya en las estrellas,
si unos ojos, o el último rumbo
que reúna por fin
el quehacer natural de un poeta
y la inquietud marinera del que ama,
por sobre todas las cosas,
la oscuridad de los océanos.
Siento por última vez la llamada
de mi viejo amigo, el mar,
se hace presente
en un silencio que hiela el alma.
He de guardar en el macuto
mis versos y algún recuerdo
y trazar el rumbo definitivo
de la que será la última travesía:
La que nos ha de conducir
a la más irreversible de las ausencias.

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