
Podríamos suponer que algo así debería estar pensado para fomentar la tolerancia y la solidaridad entre culturas. Nada más lejos de la realidad. Contra el criterio de periodistas de otros medios de comunicación que abandonaron indignados las deliberaciones del jurado debido a las presiones de D. José Rodriguez (propietario-editor-director del “el día”), el premio ha recaído en Carlos Lugo (colaborador habitual de ese periódico) por dos artículos que destilan todo lo contrario y, dicho sea de paso, están grotescamente mal escritos.
En este estado de cosas, parece que su único mérito ha sido el lugar donde fueron publicados. ¿Adivinan dónde? El título ya resulta significativo: “La Yihad Islámica: la obsesión de Marruecos por conquistar Canarias”. Veamos una muestra del contenido, para que puedan hacerse mejor una idea:
“ El Reino de Marruecos, que, con una tomadura de pelo, no sólo ocupó la isla Perejil sino que a las claras lo hiciera en plan experimental para ver de repetirlo en Canarias, Ceuta y Melilla. Al presente, en lo que a Canarias atañe, ha cambiado de táctica, tratando de que sea una "conquista silenciosa" dosificada con pateras y cayucos, magrebíes y subsaharianos, entrados por sus puertas como Pedro por su casa".
En el acto de entrega, en el que por cierto se encontraban presentes autoridades como el Delegado del Gobierno en Canarias, el Presidente del Cabildo de Tenerife y el Alcalde de Arona (que no mostraron signo visibles de repulsa) el señor Lugo no tuvo reparos en argumentar que: “nunca he visto que el musulmán haya sido un pueblo poblador y un pueblo inmigrante, sino un pueblo conquistador y donde quiera que ha ido a través de la historia ha sido para establecer su doctrina y religión (?) A Canarias no pueden venir a evangelizar porque tenemos a Jesucristo".
Nadie ha hecho pública rectificación de lo leído y escuchado. Porque lo del periódico no es ninguna novedad, pero clama al cielo que una cadena hotelera haya aportado dinero e infraestructura para algo tan bochornoso y, sobre todo, que cargos públicos tinerfeños lo apoyaran con su presencia y con un silencio que sólo puede catalogarse de cómplice.
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