sábado, 16 de junio de 2007

PELIGROS

Si no andamos precavidos,
el peligro nos acecha
en nuestra propia mente
para hacernos sentir
como un mosaico roto.
Acabamos convencidos
de que estamos hechos
de traiciones,
incertidumbres,
dudas y mentiras,
esperanzas defraudadas,
infructuosas esperas,
esfuerzos inútiles...
Un mal inexplicable
nos convierte en seres
que se mueven vacíos,
y respiran desesperanza,
como ecos vivientes
de todas las derrotas...
Alcanzado ese punto,
no hay promesas,
ni señales que sosieguen
ese dolor
que parece salido
de lo más profundo
del sufrimiento humano.
Podemos convertirnos
en la negación más absoluta,
alimentados si misericordia
por la eternidad de la noche.
La cordura
es un ejercicio de equilibrio:
conviene estar vigilantes
no sea que un día
se nos salga por los ojos,
y lo que cuesta después
encontrarla...
Le debemos a la vida
un esfuerzo por morir
intentando ser felices,
aunque pensemos que la suerte
nos ha sido cruel y esquiva.
Tirar la toalla,
debería estar prohibido.

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