Las estadísticas dicen que hay más de siete millones de hombres y mujeres que viven sin pareja en España. Es un fenómeno que aumenta sin parar, en parte debido al imparable crecimiento del número de divorcios. El medio fundamentalmente donde se mueven es la ciudad, y lo más sorprendente de todo: hay una mayoría que se siente satisfecha de esa manera de vivir. Siempre ha habido gente sola, lo novedoso es que ahora existen los que se lo plantean como una opción de vida. Con o sin pareja en su pasado reciente. Con hijos o sin ellos. Con gustos y aficiones distintas. Un nivel de ingresos que abarca todas las posibilidades de la escala social...
Son los llamados singles o impares. Les une el placer de sentirse independientes, abiertos a su entorno y a la gente que les rodea, preocupados por la cultura, la ecología y con un alto nivel de conciencia social. Se sienten dueños de si mismos. Algunos sólo se plantean renunciar a su independencia, si encontrasen lo que considerarían como la pareja perfecta. Mientras tanto, no tienen ninguna prisa, ni se sienten frustrados. Otros ni siquiera eso.
¿Renuncian por tanto al amor? Evidentemente que no. Lo que ocurre es que está naciendo una revolución silenciosa en la manera de relacionarse con los demás. La libertad es una bandera, pero curiosamente, la mayoría reniega del sexo por el sexo. Así que surge un nuevo concepto de romanticismo basado en relaciones más o menos estables, con una gran carga de afectividad, pero esporádicas y sin que den lugar a compromisos no deseados.
Se utiliza internet como contacto habitual, a la par que para ampliar el abanico de amistades. Las fronteras ya no son un problema en ese sentido. Su independencia es una parte importante de su personalidad, incluso les hace sentirse interesantes respecto a los demás, porque sienten que tienen algo que ofrecer cuando se encuentran con otros. Tienen tiempo para cuidar los detalles y preocuparse de los amigos.
La industria ya está ocupándose de ellos y ofreciendo servicios. En internet, como sistema para ampliar amistades. Pero también en el ámbito turístico, en los comercios de alimentación... Están aquí para quedarse. Porque para ellos, estar solo también es una opción válida para poder estar felizmente realizado.
Son los llamados singles o impares. Les une el placer de sentirse independientes, abiertos a su entorno y a la gente que les rodea, preocupados por la cultura, la ecología y con un alto nivel de conciencia social. Se sienten dueños de si mismos. Algunos sólo se plantean renunciar a su independencia, si encontrasen lo que considerarían como la pareja perfecta. Mientras tanto, no tienen ninguna prisa, ni se sienten frustrados. Otros ni siquiera eso.
¿Renuncian por tanto al amor? Evidentemente que no. Lo que ocurre es que está naciendo una revolución silenciosa en la manera de relacionarse con los demás. La libertad es una bandera, pero curiosamente, la mayoría reniega del sexo por el sexo. Así que surge un nuevo concepto de romanticismo basado en relaciones más o menos estables, con una gran carga de afectividad, pero esporádicas y sin que den lugar a compromisos no deseados.
Se utiliza internet como contacto habitual, a la par que para ampliar el abanico de amistades. Las fronteras ya no son un problema en ese sentido. Su independencia es una parte importante de su personalidad, incluso les hace sentirse interesantes respecto a los demás, porque sienten que tienen algo que ofrecer cuando se encuentran con otros. Tienen tiempo para cuidar los detalles y preocuparse de los amigos.
La industria ya está ocupándose de ellos y ofreciendo servicios. En internet, como sistema para ampliar amistades. Pero también en el ámbito turístico, en los comercios de alimentación... Están aquí para quedarse. Porque para ellos, estar solo también es una opción válida para poder estar felizmente realizado.
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