Una magnífica noticia la aprobación por el Congreso de la Ley de Igualdad. Y emocionante haber aprovechado la ocasión para homenajear la figura de Clara Campoamor. A ningún político debe tanto la democracia en España como a esta mujer que consiguió que se aprobase el voto universal en este país, algo que ahora nos parece consustancial con un régimen de libertades y derechos, pero que ha costado un esfuerzo sobrehumano ir incorporando a la legislación internacional. Aquí fue su esfuerzo personal el que consiguió que el 1 de octubre de 1931 se aprobase una Ley que autorizaba el voto femenino, incluso con la postura contraria de la izquierda que pensaba que las mujeres votarían mayoritariamente a los partidos de la derecha.
Que el actual Presidente del Gobierno reivindicase su figura en un Pleno del Congreso donde se debatía una Ley que daba un paso más allá en la incorporación de la mujer a la sociedad, es un emotivo simbolismo.
Y que no estuviera presente en un acontecimiento como ese el responsable del principal partido de la oposición, causa estupor e indignación. Fuese cual fuese la postura del partido, es inadmisible que se considere que leyes que suponen un avance en los derechos individuales de la población no merezcan la presencia de alguien que aspira a gobernar el país. Supongo que la ley no será perfecta y que, habrá de ser retocada con la experiencia y el paso del tiempo, pero hay que recordarle al señor Rajoy que la patria no se rompe con la recomposición de su estructura político-administrativa, sino por la injusticia y la falta de igualdad para todos.
Igual es que, preocupados como están desde algunos sectores de la caverna por lo que consideran la desmembración de la familia, en el fondo se siga pensando que la culpa está en la inserción de la mujer en el mundo laboral: La mujer trabaja y ya no está en casa fregando, planchando, haciendo la comida y controlando a los hijos, como hicieron sus madres y abuelas. Pero el verdadero problema no es que la mujer se inserte en el mundo laboral, sino que aún la mayoría de los hombres no lo hacen en el ámbito doméstico. Si esta ley sirve para obligar a cambiar esta mentalidad, que es la última verdadera revolución pendiente, bienvenida sea.
El PP justifica su abstención en la votación porque la considera “elitista”, al obligar a que las listas electorales y los consejos de administración de las empresas tengan un mínimo de un 40% de presencia femenina. Independientemente de que consideren implícitamente que las personas que hemos elegido para que nos representen forman parte de una élite (algo realmente preocupante por las connotaciones que tiene), la normativa es tan completa y abarca tantas cuestiones que afectarán a la vida de la gente, que es de risa semejante argumentación.
Aunque pensándolo bien, es de agradecer que por una vez provoquen la sonrisa. Resulta agotador tener que aguantar sus malos modos todo el tiempo.
Que el actual Presidente del Gobierno reivindicase su figura en un Pleno del Congreso donde se debatía una Ley que daba un paso más allá en la incorporación de la mujer a la sociedad, es un emotivo simbolismo.
Y que no estuviera presente en un acontecimiento como ese el responsable del principal partido de la oposición, causa estupor e indignación. Fuese cual fuese la postura del partido, es inadmisible que se considere que leyes que suponen un avance en los derechos individuales de la población no merezcan la presencia de alguien que aspira a gobernar el país. Supongo que la ley no será perfecta y que, habrá de ser retocada con la experiencia y el paso del tiempo, pero hay que recordarle al señor Rajoy que la patria no se rompe con la recomposición de su estructura político-administrativa, sino por la injusticia y la falta de igualdad para todos.
Igual es que, preocupados como están desde algunos sectores de la caverna por lo que consideran la desmembración de la familia, en el fondo se siga pensando que la culpa está en la inserción de la mujer en el mundo laboral: La mujer trabaja y ya no está en casa fregando, planchando, haciendo la comida y controlando a los hijos, como hicieron sus madres y abuelas. Pero el verdadero problema no es que la mujer se inserte en el mundo laboral, sino que aún la mayoría de los hombres no lo hacen en el ámbito doméstico. Si esta ley sirve para obligar a cambiar esta mentalidad, que es la última verdadera revolución pendiente, bienvenida sea.
El PP justifica su abstención en la votación porque la considera “elitista”, al obligar a que las listas electorales y los consejos de administración de las empresas tengan un mínimo de un 40% de presencia femenina. Independientemente de que consideren implícitamente que las personas que hemos elegido para que nos representen forman parte de una élite (algo realmente preocupante por las connotaciones que tiene), la normativa es tan completa y abarca tantas cuestiones que afectarán a la vida de la gente, que es de risa semejante argumentación.
Aunque pensándolo bien, es de agradecer que por una vez provoquen la sonrisa. Resulta agotador tener que aguantar sus malos modos todo el tiempo.
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