Sucede que tú y yo
hemos hecho
de nuestra convivencia
una razón para vivir
y corazón con corazón
disfrutamos esta armonía,
emitimos luz generada
tras el ritmo indicado,
creamos nuestro específico
sentido de la vida.
Y lo hacemos con la naturalidad
de las especiales ópticas
desde las que nos miramos,
los dos coincidimos
en el amor por la vida
y hemos sabido
conjuntar ambos mundos
por donde antes deambulábamos.
En el centro de todo
está el respeto, el amor y el placer:
si hemos venido a vivir,
lo hacemos desde el sentimiento
de la felicidad del otro
porque es ahí donde
se concibe la de uno mismo.
Por ello es que
a la menor provocación
celebramos juntos el latir
de nuestros corazones
y el fluir de las ideas
sabiendo que desde ellas
hasta podemos discrepar
sin que ocurra nada reseñable.
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