La oferta de compra por parte de Netflix de la casi centenaria compañía Warner es un nítido ejemplo de los tiempos que corren. Este tipo de adquisiciones ejemplifican el proceso de concentración general en casi todos los sectores económicos. Unos pocos "triunfadores" se hacen con volúmenes de mercado inauditos en un territorio, el de los negocios, en el que el dicho de que el ganador se lo lleva todo no puede ser más actual. La eliminación de otro de los grandes estudios del tradicional Hollywood señala en la ruta de los nuevos gigantes que, como en el territorio tecnológico, están adquiriendo volumen de empresa sistémica.
Parece claro que los varones de Silicon Valley han decidido reformar la política mundial por el tejado. Para ellos, la gran guerra ideológica consiste en reducir a la mínima expresión las regulaciones estatales y así poder expandir su dominio sin ataduras ni reproches morales o laborales. Por ahora, la jugada les está saliendo a la perfección y, apoyados por una rara mezcla de vasallaje y patriotismo de pandereta, han conseguido que opciones políticas desregulatorias y con un barniz libertario que favorecen a empresas de Estados Unidos seduzcan a ciudadanos y partidos nacionalpopulistas por todo el mundo.
Y la historia continúa, eso seguro.

No hay comentarios:
Publicar un comentario