martes, 18 de noviembre de 2025
PINTURA: EDUARDO VICENTE
Formado en Madrid, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, Eduardo Vicente se relacionó con intelectuales y artistas como Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Cristina Mallo, Eugenio D´Ors y Ortega y Gasset, entre otros, que contribuyeron a desarrollar en el pintor unas miras intelectuales amplias y elevadas.
Su vida quedó profundamente marcada por la Guerra Civil Española, un episodio de nuestra historia que tuvo un amplio reflejo en su obra. Militante del bando republicano, Esteban colaboró como ilustrador en algunas revistas, y realizó carteles y grabados para diferentes organizaciones republicanas. Sus trabajos sobre la guerra fueron dibujados con el sentido de la instantánea de las fotografías. Los grabados por otra parte aportan un amplio repertorio de la España más profunda y popular.
Perteneciente a la que se llamó «Escuela de Madrid», ocupó un puesto preferente, junto a Benjamín Palencia, Rafael Zabaleta, Godofredo Ortega Muñoz, Pancho Cossío y Díaz Caneja. Durante la posguerra y en la década de los cincuenta plasmó, como un testigo plástico, algunos aspectos y rincones de la ciudad que se han perdido para siempre. Sobre todo reflejó la tristeza de ciertos paisajes desnudos, de los suburbios madrileños, donde desentrañó con su mirada a las gentes que poblaban estos desnudos escenarios. Los temas principales de Eduardo Vicente fueron el paisaje urbano y los tipos callejeros de Madrid. Hombre apegado a lo popular y lo castizo pintó incansablemente los rincones típicos y los arrabales de la ciudad. Nadie mejor que él captó los desabridos descampados del extrarradio, las farolas y las acacias de las Rondas y los paseos cercanos al Manzanares, las frondas umbrosas del Jardín Botánico, el aspecto desharrapado de las personas humildes y desamparadas, de los traperos, los vendedores ambulantes, de los mozos de cuerda, de los vagabundos y los golfillos, de las castañeras, los soldados o de las prostitutas. En sus cuadros se retrata también el ambiente de los cafés y de las tabernas o de los lugares de recreo y esparcimiento de la antigua Villa y Corte.
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