domingo, 19 de octubre de 2025

POESÍA: HARTO


Harto como un zapato ahogado, 

el sudor de los enfermos, 

un niño de visita, 

la primera guagua al alba, 

los calzoncillos de los notarios. 

Harto de sonreír como un bobo 

para no defraudar a nadie

de ver tallar las cartas en redondo 

saltándome siempre a mí

de todo lo que se dicen y se dan 

y se mordisquean en mis narices. 

Estoy harto de quedarme 

con el saludo en la boca

de tener que salir bien dibujado 

entre la muchedumbre

para que me borre siempre 

el estropajo de su roce, 

de tener tan desdentada la mirada

navegar tras la línea del horizonte, 

con mis banderitas 

cómicamente izadas. 

Hastiado de la careta que me pongo

para enfrentarme al mundo, 

de no irrumpir, de no alterar el oleaje

de no curvar jamás un tren de ondas. 

Estoy hasta las narices 

de la avaricia de los privilegiados

de que quieran para ellos solos 

toda la juventud, 

todos los influjos 

en las cosas del mundo, 

todo el favoritismo de la puta alegría, 

toda la iniciativa 

de renuevo y capricho. 

De que se apropien sin escrúpulos

la plusvalía de calor y encuentros, 

todo el capital de risa y de coloquio

que, repartido con justicia, 

alcanzaría de sobra 

para alimentarnos a todos, 

a todos los hambrientos, 

a todas las sedientas, 

a todos los que están tristes

como faldones arrugados 

que les cuelgan a los otros... 

En fin.

Estoy jibosamente desolado

de haber envejecido 

sin seguro de vida, 

sin seguro de nombre, 

sin cavar mi guarida 

en el espeso ahorro, 

de no haber cobrado el billete 

cuando la vida se asomaba a mirarme, 

de haber tirado siempre 

deudas al cesto sin mirarlas. 

Y lo que quiero decir 

es que estoy a fin de cuentas

terriblemente harto

de quién no es capaz de perdonar

lo que le haya podido hacer

e incluso lo que jamás le he hecho.

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