El camino sigue siendo
un gran espejo
los huesos ruedan
por la luz que corta el paso.
El camino
es un laberinto sin Dioses
una fe en las estrellas
que nos acompañan.
A veces, no lo niego,
la lluvia nos alivió el dolor
nos trajo
el recuerdo de la cueva
el espacio tibio y seco
donde encendíamos
con amor la fogata
que nos ayudaba
a entender la angustia.
Afuera llovía
y no había rabia,
Afuera llovía,
y desapareció el camino.

No hay comentarios:
Publicar un comentario