El mundo se ha tornado
de nuevo un lugar
oscuro y peligroso,
la muerte ha vuelto
a sentirse libre
para deambular por él.
Todo está cambiando
para peor
a una velocidad pasmosa.
Quedan lejanos
aquellos tiempos
en que aún
tenía esperanza,
una época en que jamás
nos rendíamos
y volvíamos
una y otra vez a las calles.
Los hacíamos temblar,
teníamos la fe
de que esta vez sí…
que esta vez lo lograríamos.
La lucha era el pan cotidiano,
teníamos la belleza
y la luz con nosotros
y la pertinaz solidaridad
de los hermanos.
Pero Homero lo advirtió:
las sirenas cantan
leyes, votos, dinero
y sonrisas falsas,
así nos derrotaron
y bajamos los puños.
Compramos
coches, casas
y televisores de plasma,
abandonamos
la idea de clase
y descartamos
la palabra dignidad:
Fue todo culpa nuestra
por no haber sido capaces
de leer a Homero.
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