¿Es debido al lenguaje,
al inválido anhelo de exceder
el opresivo cerco que supone,
las férreas herraduras
que nos calza en los ojos
la lengua?
¿Es algo cultural,
la silla de montar
que vamos heredando
para subir al mundo
y cabalgarlo al paso,
torpemente?
¿O es que somos así,
una especie incapaz
de conformarse
con lo que se nos muestra?
Siempre necesitados
de añadir un adorno,
de estirar unos metros,
de sazonar,
para intensificarlos,
cada ente o momento,
pues no hay nada
que baste por sí mismo.
Ambición, pretensiones,
siempre queriendo más
y minusvalorando
lo que se es y se tiene.
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